En lo que se refiere a la historia del peinado, los últimos doscientos años han sido francamente espectaculares. Pese a que a lo largo de este periodo aparecieron diversas tendencias capilares nuevas, muchos estilistas siguieron inspirándose en los peinados de épocas anteriores. ¿Sabe cuáles eran las tendencias capilares dominantes en el siglo XIX? ¿O qué cortes de cabello estaban a la moda hace unas decenas de años?
A decir verdad, el ser humano viene recurriendo desde tiempos inmemoriales a toda clase de técnicas capilares para cortar, amarrar y arreglar su cabello. Inicialmente, la comodidad era la principal influencia de esta práctica, pero más tarde se asoció a las costumbres culturales y sociales.
Indudablemente, los peinados considerados de moda en los siglos XIX y XX suponían una ruptura con la fastuosidad y la panoplia. Constituyeron un importante regreso a lo natural. Las pelucas barrocas se consideraban únicamente un recurso teatral. En su lugar, las personas empezaron de nuevo a buscar inspiración y a investigar [Qué Peinados Estaban de Moda en la Antigüedad]. No obstante, paralelamente al progreso y a las evoluciones culturales, aparecieron nuevas modas en los peinados. Gracias a todo ello, los peinados de los siglos XIX y XX se tornaron sumamente versátiles.
Toda la historia del peinado de los siglos XIX y XX marcó un bucle. Justo por eso, la época contemporánea arrancó con el regreso a los peinados de la antigüedad, sobre todo a los romanos. De todos modos, ésta no es para nada la única moda característica, puesto que en el siglo XIX también se impusieron los peinados recogidos más largos y más decorativos.
Normalmente, las personas de aquella época gustaban del cabello corto y de los peinados lisos. Las capas estaban de moda y en muchos casos los peinados se hacían lisos para restarles volumen. Con este fin se usaban, entre otras cosas, [aceites capilares]. Hay que tener en cuenta que tras la Revolución Francesa, los peinados cortos tuvieron muchas facetas:
Tristemente, esta clase de peinados del siglo XIX inspirados en los emperadores romanos, cortos, cómodos e innovadores para la época, no llegaron a durar mucho.
Al paso del tiempo, las mujeres retomaron la costumbre de dejarse el cabello largo para seguir usando peinados más llamativos y femeninos. Nuevamente se puso de moda el cabello largo, al principio hasta los hombros y luego hasta la cintura.
Las personas trataban de recogerse de algún modo el cabello medio largo que empezaba a crecer. En ese momento surgió la moda de los rizos característicos alrededor de la cara. Frecuentemente, estos peinados se acompañaban de chongos (al principio en la parte baja, más tarde en la alta). El chongo de Apolo fue otro de los peinados de moda en aquella época. Los mechones rebeldes se domaban mediante el uso de cintas y diferentes accesorios para el cabello.
Dato curioso: en ese entonces, usar el cabello suelto se veía como un grave error.
Algunas mujeres optaron por peinados con más volumen elaborados con cabello largo, algo característico también de la segunda mitad del siglo XIX. Se trataba principalmente de rizos exuberantes y grandes que se recogían en chongos altos o, aún más habitual, en trenzas impactantes.
Por aquel entonces, la propietaria del cabello más largo era la emperatriz Isabel de Austria, que tenía unos rizos tupidos que llegaban hasta el piso. Se extendieron leyendas sobre su cabello. Una de ellas cuenta que las mucamas cobraban una indemnización por el molesto trabajo de peinar el cabello de Elisabeth, quien les daba un golpe con un espejo por cada jalón.
¿Seguía dependiendo el arte del peinado del siglo XX de rizar y recoger el cabello largo? No en todos los casos. Ese siglo fue un período repleto de transformaciones en la apariencia de las mujeres y en sus peinados. La manera de arreglarse el cabello que tenían las mujeres encajaba con una posición determinada, con las modas imperantes en la época y con los cambios sociales que se estaban produciendo.
La verdad es que no fue antes de 1900 cuando se autorizó a las mujeres a destaparse las orejas y el cuello, cosa que se impedía en las épocas anteriores. En ese momento, las mujeres iniciaron la lucha por sus derechos y hubo sufragistas que se atrevieron a cortarse el cabello hasta los hombros.
Durante la primera década del siglo XX fueron conocidos los peinados cortos, que muchas veces alcanzaban la altura de las orejas, y que se lucían con una cinta ancha. Así se hizo popular esta moda gracias a la famosa actriz de teatro Eve Lavallière. Su autor fue un estilista polaco que trabajaba en Francia: Antoni Cierplikowski.
A comienzos del siglo XX aparecieron los primeros productos de peinado. Asimismo, la popularidad de los [secadores de cabello] fue en aumento.
La auténtica moda del cabello corto se desató en los años 20. Muchas mujeres empezaron a cortarse el cabello. También el cabello oscuro era más común que el rubio.
Hubo quienes se guiaron por el peinado con fleco corto y nuca rapada característico de La Garçonne de la novela de Victor Margueritte. Otros deseaban imitar a Coco Chanel, quien implantó un peinado de paje que encajaba a la perfección con el estilo marimacho, tan de moda por aquel entonces. En algunos lugares, a este estilo también se le llamaba flapper.
Otro estilo capilar de la época era el peinado de los Eton Boys, que podría resumirse como un peinado corto, con la nuca rapada, raya al lado y peinado ligeramente hacia atrás, tal y como lo lucían todos los chicos que asistían al selecto instituto inglés Eton College.
Diez años más tarde, el cabello corto dejó de estar de moda. Una mayoría eligió peinados más femeninos, que se plasmaron en cabello largo suelto. El cabello oscuro se sustituyó por delicadas mechas rubias. El rubio platino era el color de cabello preferido en aquella década.
El peinado de los años 30 es un clásico que hoy en día sigue gustando. Las delicadas ondas y rizos hicieron su reaparición y se podían apreciar tanto en el cabello corto como en el largo, que solía lucirse en peinados bob. La raya al lado era el elemento imprescindible del peinado de esta década. Dos tendencias más de moda fueron las conocidas como ondas de dedo (el nombre viene de la técnica aplicada para crear este peinado: se enrollaban los mechones mojados con los dedos y se sostenían con pasadores) y el corte recto ondulado que alcanzaba el nivel de las orejas.
Fue el período de los [peinados para cabello largo]. A pesar de las apariencias, la década afectada por la Segunda Guerra Mundial fue un tiempo cargado de elegancia y peinados femeninos, que gradualmente fueron adquiriendo un nuevo estilo.
Por ejemplo, eran muy populares los rizos de Hollywood, flexibles y desordenados, que se hacían con la ayuda de rodillos o de un rizador. Se recogían el cabello detrás de las orejas o de lado, y muchas veces se decoraban con cintas. Precisamente el mismo accesorio se empleaba para hacer este peinado pin-up tan conocido en los años 40: el cabello recogido en un chongo tipo plátano con rizos de victoria.
A mediados del siglo XX, la lenta diferenciación de estilos se hizo más perceptible. Aunque algunas modas características del peinado de esa época seguían siendo fáciles de distinguir, como el cabello largo hasta los hombros acompañado de cortes descuidados y un incesante amor por los rizos, los peinados de los años 50 no se parecían en nada.
Audrey Hepburn y Marilyn Monroe fueron los iconos de estilo que las mujeres de esta década imitaron, aunque en realidad se trataba de dos estilos totalmente distintos. Hasta la fecha, los rizos a lo Marilyn Monroe en un tono rubio sumamente femenino se han considerado el peinado más famoso de los años 50.
La década de los 60 corresponde al periodo inspirado por Brigitte Bardot, quien portaba una coleta alta formada por un cabello alborotado y descuidadamente amarrado.
Es también el periodo en el que la imagen que se tenía de una mujer bonita se replanteó en beneficio de peinados más atrevidos. Se puso de moda el peinado hacia atrás (particularmente el cabello recogido en chongos) así como el peinado oversize que daba al cabello el volumen justo, casi descomunal.
La diadema ancha puesta en medio de la cabeza era otro accesorio de moda en los años 60. Gracias a ella, el cabello recogido y demasiado voluminoso se acentuaba mejor. En pocas palabras, el cabello se peinaba para atrás y se acababa con las puntas abiertas. Otro elemento imprescindible era el fleco, preferiblemente recto.
En esta década, el cabello largo seguía de moda, pero se transformaba poco a poco en más lacio y liso. También el fleco fue cambiando de forma y se convirtió en peinado de lado. Además, era característico que las mujeres de aquel entonces se destaparan la frente con más ganas, a veces se peinaban el fleco para atrás. Los peinados que más estuvieron de moda dentro de esa década se inspiraron sobre todo en la película Los ángeles de Charlie. Por otro lado algunos componentes de un estilo hippie muy natural conformaron una inspiración para los peinados de los 70.
En plena década de los 70 del siglo XX se puso de moda [teñirse el cabello]. Las personas investigaban nuevas técnicas que les dieran a su cabello el tono platino que querían. Gracias a la facilidad de acceso a técnicas de estilismo sencillas y a los precios económicos de los productos de peinado, el tinte se difundió por todas partes.
En los años 80 surgió la moda más grande del peinado. A finales del siglo XX se produjeron extravagantes peinados de los que hoy nos burlamos. Por aquel entonces estaban de moda los peinados hacia atrás sumamente voluminosos. Algo más tarde, el peinado hacia atrás se redujo únicamente a la parte de arriba del cabello para acompañarlo de cabello liso que descendía en cascada hasta los hombros: el denominado mullet. En los años 80 también se usaban con afán las permanentes y los peinados cortos y asimétricos. Sin embargo, la principal diferencia con los peinados asimétricos actuales radica en la ausencia de armonía.
Cuesta mucho identificar un solo peinado que fuera el más famoso de la última década del siglo XX. Indudablemente, fue el momento de los estilos mixtos. No existían indicios en lo que se refiere a los peinados, el largo del cabello o su color, lo cual, por cierto, se mantiene hasta hoy. Es evidente que esta ausencia de un estilo perfectamente marcado sufrió las consecuencias de los cambios políticos, gracias a los cuales ganamos libertad incluso en el aspecto personal.
Y así es como finaliza la historia del peinado.
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